(Catalina POV)
El lugar se llamaba The Smoke Room.
Estaba escondido en el sótano de un edificio anodino en el distrito financiero.
Sin letreros. Sin ventanas.
Solo una puerta negra y un guardia de seguridad que parecía un tanque con traje.
Di el nombre que Seraphina me había enviado por mensaje encriptado.
El guardia asintió y abrió la puerta.
El aire olía a cuero viejo, whisky de malta y secretos corporativos.
Era oscuro. Apenas iluminado por lámparas bajas con pantallas de terciopelo rojo.
Vi a Sera en una esquina.
Estaba sentada en un sillón Chesterfield, con una copa de vino tinto en la mano.
Parecía una reina en el exilio. Hermosa. Peligrosa. Y solitaria.
Me acerqué.
Mis tacones se hundieron en la alfombra gruesa, silenciando mi llegada.
—Viniste —dijo ella sin levantar la vista de su copa.
—Tengo preguntas.
—Siéntate, Catalina. El vino aquí es excelente. Y lo vas a necesitar.
Me senté frente a ella.
El camarero apareció como un fantasma y dejó una copa frente a mí.
No la toqué.