11. Miedo
Zaira.Miraba la inmensa casa frente a mis ojos. Parecía un palacete, toda de cantera, con ventanas grandes. El lugar se sentía cálido y el aroma a flores llegaba a escasos metros. Más allá de lo rico del clima, el lugar era pura riqueza y elegancia. Y no era algo para mí. Jamas me vi en un casa así de grande y lujosa.—Bienvenida sea, señoras. Ahora yo los atenderé. Mi nombre es Bárbara y pronto llegará la que estará adentro de la casa atendiéndola.—Mucho gusto, Bárbara. Mi nombre es Zaira. —Mencionó la chica con cortecia —Pase adelante, por favor. Entremos.—Tita se ve espectacular este lugar.— dijo mi sobrino con estuciasmo.—Sí, pequeño —dije toda desganada, porque realmente no quería estar aquí, pero no tenía otra opción.Mi pequeño sobrino saltaba de alegría. Mamá lo sujetó de la mano y le dio un pequeño toque para que guardara silencio.—Es hermoso. Me alegro que hayas aceptado venir aquí, querida hija. La vida que teníamos era pésima, y ahora, con un bebé en tu vientre, es ob
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