El apartamento de Demian y Valeria Veira era un estudio en contrastes. Mientras el despacho de Matteo hedía a poder frío y acero, el hogar familiar rezumaba una riqueza más suave y antigua, adornada con arte clásico y pesados cortinajes. El epicentro de su conversación sería la biblioteca, un lugar que alguna vez fue el refugio de Valeria, pero que ahora se sentía como una prisión dorada.Valentina llegó a media mañana, usando la coartada de discutir un negocio inmobiliario para distraer a su padre, Demian, quien la despidió con un gruñido impaciente antes de encerrarse en su propia oficina. Ahora, la misión de Valentina dependía de la vulnerabilidad de su madre.Valeria estaba sentada en un sillón de terciopelo, con un libro en el regazo que no leía. Su semblante, aunque hermosamente cuidado, llevaba una pesadez que hacía que sus ojos, antaño chispeantes, parecieran cansados y distantes.Valentina: (Avanzando lentamente, sintiendo el peso de la habitación) "Hola, mamá. Papá está ocup
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