Capítulo 30. El eco de la inocencia.
Pero entonces, como un golpe de agua helada, la realidad se filtró en su interior.Él la estaba besando a ella, a Lyanna, sí. Pero para él, en este preciso instante, ¿A quién creía estar besando? ¿A Lena? ¿A la esposa de la que no se había divorciado, porque amaba? ¿La misma que su madre acababa de describir con tanto desprecio?La imagen de la Sra. Valerián, con su rostro lleno de repugnancia, atravesó su mente. "... esta... mujer... sus constantes escándalos... se acuesta con uno y con otro..."Un frío repentino la recorrió.Con un forcejeo brusco, Lyanna apartó la boca y empujó el pecho de Ares, separándose de él. Jadeaba, sus labios estaban hinchados y ardientes, pero sus ojos brillaban ahora con un dolor nuevo y agudo.—¿Por qué? —preguntó, su voz temblorosa, pero llena de una amarga claridad—. ¿Por qué me besas, Ares?Él, con la respiración entrecortada y la mirada aún nublada por el deseo, frunció el ceño.—¿Qué?—¿Por qué me besas? —repitió ella, con más fuerza, señalando vaga
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