Capítulo 22. Entre un pacto y el deseo.
El reloj invisible seguía corriendo. Sesenta segundos.
Lyanna miró primero a Silas. Él era la razón. La libertad. La verdad. La vida que no le exigía mentir, ni pretender ser otra.
Los ojos verdes de Silas le ofrecían un futuro tranquilo, sin cadenas. Ella podía irse con él, encontrar a Lena, demostrar su inocencia y, si la ley lo permitía, luchar por tener contacto con Harry.
Pero luego miró a Ares.
Ares estaba hecho de furia, pero en la profundidad de sus ojos grises, Lyanna no vio solo ira. Vio un miedo brutal y desnudo. Vio el pánico de un hombre de que dejaran de nuevo a su hijo. Y, bajo ese miedo, vio un atisbo de algo más, algo que se parecía peligrosamente al deseo incontrolable que sentía cada vez que él la tocaba.
Ares no la estaba amenazando como un CEO. La estaba reclamando como un padre desesperado, y como un hombre que ya no sabía qué esperar de la mujer que creía que tenía enfrente.
Lyanna respiró hondo, sintiendo el peso de la decisión. Su corazón se partió por Harry.