Ares regresó a la habitación de la UCI con el peso de la verdad sobre los hombros. Cada paso le costaba un esfuerzo sobrehumano. Al cruzar la puerta, se detuvo un momento para observarlos.

Lyanna estaba inclinada sobre la cama, susurrándole a Harry. Le limpiaba la frente con movimientos suaves, como si temiese romperlo.

—¿Todo está bien? —preguntó Lyanna al notar su presencia.

Ares asintió, acercándose.

—Estable. Los médicos dicen que está fuera de peligro.

Él se acercó a la cama y posó una mano en el hombro de Lyanna. Sintió cómo ella se estremecía ligeramente bajo su tacto.

—Tienes que descansar, Lena —dijo, haciendo un esfuerzo consciente por usar ese nombre—. Ya está mejor y has estado despierta por muchas horas.

Ella levantó la vista hacia él, y por primera vez, Ares permitió que sus ojos mostraran algo de la ternura que realmente sentía.

—No quiero dejarlo solo —susurró Lyanna.

—Yo me quedaré con él —respondió Ares, su voz más suave de lo habitual—. Pero necesitas dormir. Por fa