Adrien.Después de que Camelia recibiera la tercera y última dosis de antibiótico vía endovenoso la noche anterior, concerté una cita con Estela. La mejor amiga de mi esposa, para el día siguiente. La mañana era húmeda, a pesar de los fuertes rayos del sol, en una ciudad contagiada por la fragilidad del alba. Donde era tan común salir a laborar incluso antes de que los primeros rayos del sol atravesaran el horizonte. Como Julia, una señora que debería estar retirada y descansando en casa. Sin embargo, vendía sándwich desde las dos de la mañana en la calle e incluso almuerzos completos. Y sí, desde esa hora tenía una alta clientela que se abastecía con sus manjares, mis favoritos estaban entre los de morcilla y los de plátano maduro con queso. Camelia por su parte, amaba los de salteado y palta con queso. Podía ver a Julia con el toldo rodeado de compradores, más de los que había en el pequeño restaurante cercano a nuestra casa, desde
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