Mundo ficciónIniciar sesión—Sí, madre. Por el trabajo de Adrien, tiene que viajar al exterior a cada rato y como no le gusta dejarme sola, decidimos venir para acá —respondí, aún anonadada.
—Entiendo, mi niña —dijo con una sonrisa—. Usted no se preocupe, yo me encargo de consentirla cuando él no esté.
Su entusiasmo era genuino, pero mi mente seguía atrapada en los cálculos, en los pocos metros cuadrados que nos rodeaban y en la cuna que no cabría.
—Hablando de eso, ya me voy al mercado del centro para comprar una gallina recién matada. Nada como ese aceitico que bota para nutrir a las madres y sus bebés. Vamos, Kike, hágame el favor de llevarme.
Se giró a Víctor:
—No se quede holgazaneando por ser su día libre. Ayúdelos a llevar sus cosas y h&aacut







