Mundo ficciónIniciar sesiónCaminamos por el centro comercial, entre vitrinas brillantes y bien iluminadas. Comíamos nuestro postre, los churros aún tibios, con la crema de leche derritiéndose entre nuestros dedos y el chocolate caliente dejando rastros dulces en nuestros labios. Cada bocado era una caricia, un recuerdo de mi infancia y la dicha de existir. Nos detuvimos frente a un negocio de muebles. Al entrar, el aroma a madera nueva y barniz nos recibió.
Lo difícil fue elegir qué cama comprar. Para mí, todas parecían demasiado grandes para nuestra habitación. Pero Adrien, con esa emoción que le brotaba como niño en juguetería, dijo que tenía buen ojo para esas cosas.
Elegí el color del box: negro y blanco, como un tablero de ajedrez. Me gustaba pensar que cada noche sería una partida entre sueños y deseos. El tamaño y tipo de colchón fue ele







