El sonido constante del monitor cardíaco fue lo primero que Denisse escuchó. Un pitido suave, acompasado, que marcaba el ritmo de la respiración de alguien. Abrió los ojos lentamente, desorientada, sin entender del todo dónde estaba. El techo blanco y las luces frías del lugar le revelaron la respuesta: un hospital.Sintió una punzada en la cabeza, algo incómodo y opresivo, como si un vendaje le rodeara el cráneo. Al intentar moverse, un dolor en el tobillo la obligó a contener un gemido.Parpadeó varias veces hasta que la vista se le aclaró.A su lado, sobre una butaca, Fred dormía profundamente, con el rostro recostado sobre la cama y una mano pequeña entrelazada con la suya. El niño respiraba tranquilo, con las mejillas sonrosadas y el cabello en desorden. Denisse sonrió con ternura, pero el gesto se borró pronto cuando notó el otro detalle: del otro lado de la cama, Noah, sentado en una silla, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante y los dedos rodeando la mano de ella.
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