Cindy —¿A dónde vamos? —pregunté, sintiendo cómo la presión en mis oídos aumentaba a medida que descendíamos.—Necesito resolver algo urgente, y quiero que estés tranquila y que no hagas preguntas —respondió con un tono duro.Cuando las puertas se abrieron, lo que vi me dejó sin palabras. Estábamos en lo que parecía ser un búnker subterráneo, algo muy muy grande, pero no uno cualquiera. Las paredes estaban cubiertas de armamento: rifles, pistolas, granadas y explosivos de todo tipo, perfectamente organizados en estanterías de metal que cubrían las paredes hasta el techo, como si fuera una tienda. Había mesas largas llenas de planos, laptops, y cajas que contenían municiones. Pero lo que realmente llamó mi atención fue el centro de la sala.Había una maqueta gigantesca, una representación realista de una ciudad moderna, con rascacielos, calles, y lo que parecían ser marcadores estratégicos en puntos clave. Frente a la maqueta estaban dos hombres. El primero era alto y corpulento, con
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