CindyEstábamos de regreso debían ser las 16:00, y estaba nerviosa. Bruno había dado la orden en una llamada, qué todos lo esperaran formados.Había sentido más movimiento desde que pisamos tierra, la atmosfera estaba pesada. Sabía reconocerlo, crecí en un barrio peligroso, y sabía oler el peligro, había aprendido a controlar el miedo para sobrevivir, pero eso no hacía que dejara de sentirlo.El coche se había detenido a unos pocos metros de la entrada en la mansión, mi respiración seguía contenida en mis pulmones. Afuera, el mundo parecía haberse congelado en un instante de tensa expectativa. Desde mi asiento, podía ver las siluetas de los hombres de Bruno.Bruno no dijo nada mientras la puerta se abría. Un hombre de traje negro, con un brazo metálico me ofreció la mano para bajar, pero su mirada era fría, sin rastro de hospitalidad. No era un mayordomo ni un asistente. Era un mercenario, como todos los que estaban desplegados en el perímetro.Bruno bajó primero, sin apurarse, como s
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