Bruno—Eres una provocadora, Cindy —dije, mi voz baja y ronca—. Siempre lo has sido.Su malditos ojos llevan provocándome desde el primer día, me hizo prisionero de su boca y me volvió adicto a su cuerpo.Era embriagante, tenía que admitirlo.Ella trató de empujarme, sus manos contra mi pecho, pero no tenía fuerza real detrás de ese intento. Al contrario, sus dedos se aferraron a mi camisa, como si temiera que me apartara.—Y ahora... —continué ronco, sujetando sus muñecas con una mano y levantándolas sobre su cabeza, inmovilizándola contra la pared—. Vas a aceptar lo que has provocado.Mi boca volvió a capturar la suya mientras mi otra mano exploraba su cuerpo con total descaro. Sentí cómo se tensaba y luego se dejaba llevar, entregándose por completo. Cada gemido ahogado, cada jadeo, era un testimonio de que, aunque intentara resistirse, su cuerpo hablaba por ella.—Mírame —le ordené, separándome apenas lo suficiente para ver su rostro. Sus ojos, brillando y nublados por el deseo, s
Leer más