SOPHIE El edificio del tribunal se levanta frente a mí como una amenaza muda. Gris, imponente, demasiado real. Las escaleras parecen más empinadas que otros días y las puertas de vidrio reflejan mi rostro pálido, mis ojos cansados, esa versión de mí que ya no reconoce la mujer que fue antes de todo. Respiro hondo. O eso intento. —Sophie. La voz de Christopher llega a mí desde un costado, baja, cuidadosa, como si temiera romperme con solo pronunciar mi nombre. Asiento sin mirarlo. Mantengo los ojos fijos en un punto indeterminado del suelo, contando baldosas, líneas, grietas. Cualquier cosa que no sea pensar en lo que vamos a hacer hoy. Hoy hablamos. Hoy recordamos. Hoy decimos en voz alta lo que llevo años intentando callar. Siento el primer aviso en el cuerpo antes que en la mente. Un calor súbito que me sube por el pecho, una presión que no es dolor pero se le parece demasiado. Mis manos empiezan a hormiguear. Las flexiono, las abro, las cierro. No pasa nada, me d
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