Miró las calles oscuras y mojadas. Nada más triste que ese paisaje podía enviarle un mensaje más claro de fracaso: uno más en ese día, y uno más en su vida.«¿Podría llegar a ser peor?», pensó.Su corazón había vuelto a un ritmo tranquilo, pero eso no aliviaba la aflicción que la embargaba. Todavía seguía sin trabajo. Debería volver a buscar un nuevo empleo, hallarlo de la manera más rápida posible, tomando lo primero que llegara a sus manos. Los días pasarían rápidamente y los víveres se agotarían en cualquier momento, al igual que los medicamentos que debía comprar, los servicios que debía pagar, y la niñera, Maggie, quien necesitaba dinero por su trabajo cuidando a Killian (aunque a veces se negara a recibir su paga). Las consultas médicas en casos de emergencia, entre otras cosas que prefería no sumar a su larga lista de deudas, la preocupaban, y sus pequeños ahorros no alcanzarían para muchos días más. Estaba segura que una avalancha de nieve sería menos peligrosa en ese momento
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