Kelly había comenzado la semana laboral con su rutina habitual en el supermercado, su trabajo principal. Desde el primer día había evitado con destreza al gerente, quien solía saludarla con un tono meloso para iniciar conversación con cualquier excusa.

Aunque no podía hacerlo, a veces sentía la necesidad de darle un escobazo en la cabeza, ya que con palabras no parecía entender una negativa. Estaba segura de que algunas compañeras la apoyarían encantadas si llegaba a hacerlo.

En una de esas ocasiones, el gerente le pidió su opinión sobre un supuesto regalo para su madre. Le mostró desde su teléfono varias fotos de ramos de flores y cajas de chocolates hasta que, “sin querer y por error”, como repitió varias veces, deslizó una imagen suya completamente desnudo frente a un espejo, con el miembro erecto. Kelly sintió una mezcla de asco y rabia que solo reforzó su decisión de mantener las distancias. Sin embargo, Darius pareció satisfecho con que lo hubiera visto, y durante el resto de l