Capítulo 54. Lo arruiné todo
La puerta se abrió sin aviso.—¿Gine…? —la voz de Valeria se detuvo a mitad de camino.Nos encontró así.Ella, hundida contra mi pecho, los ojos cerrados, todavía temblando; yo, con las manos sobre su espalda, intentando sostenerla sin decir una palabra.El silencio fue inmediato, espeso, casi culpable.Ginevra se separó de golpe.Su respiración seguía agitada, pero su expresión cambió en cuestión de segundos: del desarme total a la máscara perfecta de la jefa.—Sal de aquí —dijo, sin mirarme.—Ginevra, yo solo… —empecé, pero su tono me cortó en seco.—Te dije que salgas.Di un paso atrás, dudando, pero antes de alcanzar la puerta, su voz volvió a resonar, fría, cortante, como si nada de lo ocurrido segundos atrás existiera.—Y la próxima vez que vuelvas a hablarme así en una reunión, te despido, Leandro. Sin aviso, sin discusión. ¿Quedó claro?La miré.Ni rastro de la mujer que acababa de llorar en mis brazos.Solo quedaba la directora, implacable, con los ojos secos y la mandíbula a
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