La alarma continuaba sonando.La luz roja sobre la puerta del quirófano aún parpadeaba y el pasillo entero se había convertido en un campo de batalla sin armas: gritos, pasos, órdenes apuradas, el choque del metal, el eco del caos.Isabella sintió cómo el mundo se le arrancaba del pecho.—¡Papá! —gritó, corriendo hacia la puerta antes de que Charly la sostuviera por los hombros—. ¡Papá… no… por favor, NO!Sus piernas cedieron por un instante.Las lágrimas comenzaron a brotar sin permiso, sin contención, como si alguien hubiera roto un dique dentro de ella.Nick dio un paso al frente, instintivo, casi reflejo…Pero se obligó a detenerse.Aun así, cada lágrima que ella derramaba era una puñalada directa a su alma.Sintió el pecho quemarle, como si algo lo apretara por dentro, feroz, cruel, implacable.Charly la abrazó fuerte, tan fuerte como podía sin romperla.—Isa… mírame, tú eres una dura, mi niña —susurró, con la voz cargada de ira—. El Don va a salir de esta, ¿me entendés? Ese mald
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