Cuando Manuel abrió los ojos, lo primero que vio fue a esa mujer ante él.Sonrió, incapaz de contener la alegría que brotaba de su corazón.Su pecho latía con fuerza, como si cada latido estuviera celebrando el milagro de tenerla cerca.Había soñado con este momento, sí, muchas veces antes, en noches solitarias y oscuras, cuando la esperanza parecía un susurro lejano.Ahora, al abrir los ojos, se encontraba con Mayte, envuelta en sus brazos, y en ese instante, todo parecía posible.Era su fantasía, su deseo más ferviente y oculto, pero ahora, por fin, era tan real.La calidez de su cuerpo junto al suyo, la suavidad de su piel, todo lo que había anhelado durante tanto tiempo estaba allí, tangible y hermoso.Sin embargo, el momento perfecto se vio interrumpido por un golpe en la puerta, un recordatorio de que la realidad siempre acechaba a la vuelta de la esquina.No quería alejarse, no quería perder ni un segundo de esa conexión que sentía tan intensa y pura.Pero, al final, cedió.Con
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