—Es que mamita, tiene mucha calor, ¿verdad, mamá? —preguntó Herny, con su voz infantil llena de inocencia y preocupación.Mayte asintió, sintiendo que el calor la envolvía como una manta pesada.Su rostro aún estaba rojo, no solo por el clima, sino por los recuerdos que la atormentaban.—Herny, ve a jugar y mamá te hará el pastel de chocolate que tanto quieres —dijo, intentando sonreír a su hijo, aunque su corazón estaba agitado.La idea de preparar el pastel parecía una forma de distraerse, de alejarse de la confusión que la invadía.El niño saltó divertido, su pequeño cuerpo lleno de energía y alegría.—¿Y tío loco puede quedarse aquí? —preguntó, mirando a Manuel con sus ojos brillantes.—Claro que sí, cariño, me quedaré contigo, y te llevaré a ti y a mami a pasear —respondió Manuel, su tono juguetón, aliviando momentáneamente la tensión en el aire.Herny comenzó a saltar emocionado, luego salió de inmediato, corriendo hacia los juegos.—¿Paseo? —exclamó Mayte con duda, sintiendo que
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