Karina Linares llegó a casa con su hija Fely, ambas sintiendo un alivio palpable por la libertad de Karina.
—¡Traigan a ese bastardo! —gritó Karina, su voz llena de rabia y determinación.
La ira que sentía por todo lo que había pasado la consumía, y necesitaba desahogar su frustración.
Pronto, una empleada apareció con Hernando, quien las miró con miedo, sus ojos grandes y asustados reflejando la confusión que sentía.
Karina, en un arrebato de furia, tomó una vara de madera, un símbolo de su deseo de venganza.
—¡Este mocoso va a pagar por todo lo malo que la sucia de su madre me ha hecho sufrir! —exclamó, mientras Fely se unía a la burla, imitando a Hernando con una voz sarcástica.
—¡Mami es buena! —gritó Hernando, tratando de defender a su madre, pero su voz temblaba de miedo.
Las mujeres lo imitaron burlonas, riéndose de su inocencia.
En ese momento, apareció Maryam, quien, al ver la situación, no dudó en actuar.
Vertió agua sobre Karina, tomando la mano de Hernando.
—¡Corre, Herny,