Capítulo: Miedo por ambición.
Martín no podía creer lo que estaba sucediendo.Sus ojos se llenaron de lágrimas de alivio al ver al pequeño Manuel, quien había regresado a salvo.La abuela, con un amor desbordante, abrazó al niño con fuerza, como si temiera perderlo de nuevo.—Manuel, ¡eres un ángel, hijo! ¡Lo salvaste! —exclamó, su voz temblando de emoción.Manuel, con una sonrisa que iluminaba su rostro, parecía no comprender la magnitud de lo que había hecho.Y el pequeño Hernando solo sonreía, como si no viniera del infierno, su inocencia contrastaba con la tensión palpable en el ambiente.Pero, en ese momento, la alegría se disipó cuando Mayte, la madre del niño, lanzó una mirada cargada de odio hacia Martín.Era un odio que había crecido y se había alimentado de los desengaños, las traiciones y las promesas rotas.Martín sintió que, en ese instante, la detestaba más que nunca.—Gracias, Manuel, gracias por traer a mi hijo de vuelta —dijo Martín, su voz llena de gratitud, pero también de una tristeza profunda q
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