Anna subía las escaleras con paso lento, su mente todavía revuelta después de la noche anterior, había salido a tomar aire, necesitaba despejarse. De pronto, se detuvo en seco: desde la habitación de Lissandro, vio salir a Luz con el rostro desencajado y los ojos brillantes de lágrimas. Caminaba rápido, con la cabeza gacha, como si huyera de algo.El corazón de Anna dio un vuelco. Sin pensarlo, avanzó hasta la puerta y golpeó suavemente.La puerta se abrió de golpe. —Te dije que no quería verte aquí… —gruñó Lissandro, con la furia aún latiendo en su voz. Pero al alzar la mirada, se congeló. —Anna…Ella frunció el ceño, confundida. —¿Qué pasó?Él respiró hondo, la mandíbula tensándose. —Le dije a Luz que se fuera. No puede seguir aquí cuando a quien amo eres tú.—Pero, Lissandro… —susurró ella, con un temblor en la voz.Él no la dejó terminar. La tomó de la mano con firmeza y la jaló hacia dentro, cerrando la puerta con seguro. Sus ojos grises estaban encendidos, un huracán en su in
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