Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl mareo fue lo primero. Una sensación densa, pegajosa, como si su cabeza estuviera sumergida en agua turbia. Lissandro forcejeó en la penumbra, pero sus brazos no respondieron. El olor metálico de las esposas y el roce áspero de la cuerda quemándole las muñecas le devolvieron la realidad.
Un gruñido escapó de su garganta mientras trataba de abrir los ojos. Las luces blancas del techo lo cegaron por un instante, y cuando al fin logró enfocar, lo vio: un cuarto amplio, paredes grises, una mesa metálica al costado y él, atado de pies y manos a una silla.
Frente a él, apoyados en la pared con los brazos cruzados, dos hombres lo observaban con sonrisas ladeadas. Altos, varoniles, idénticos como dos reflejos en un espejo.
El instinto mafioso lo sacudió de inmediato. Tensó los músculos y lanzó un rugido.
—¿¡Quiénes demon






