La cafetera había dejado de sonar hacía horas. El aroma a café se había mezclado con el murmullo de voces bajas, confidencias y alguna que otra carcajada. Luz, con los ojos rojos de tanto llorar, terminó contando cosas que jamás había dicho en voz alta.Cristian, sentado en el sofá con una pierna sobre el respaldo y una sonrisa traviesa en los labios, escuchaba, preguntaba, hacía bromas para suavizar los silencios.— ¿Sabes por qué Julian quería entrar en la organización de Lissandro?Luz negó.— Solo sé que hablaba mucho con otro hombre por teléfono, jamás vi su rostro, lo escuchaba decir que Lissandro era la mejor opción por ser el más poderoso de la ciudad.— O sea que Julian tiene un jefe.— No se si sea jefe o socio, pero si hablaba mucho con alguien, incluso una vez me llevó a un lugar donde se escuchaban gritos, me prohibió bajarme del auto si quería seguir viva, ese lugar me dio mucho miedo.— Mmm, ya veo, aunque no deberías sentir tanto miedo.— Para ti es fácil decirlo.—¿Sa
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