Carla, con el corazón encogido, ve a Alice salir de la mansión. Mientras la figura de Alice se desvanece en la distancia, sabe que ha hecho lo correcto al avisar a Miguel, pero la culpa la carcome. Se pregunta si Damián podrá detenerla a tiempo, si aún hay esperanza para ese amor que, a pesar de todo, ella percibía entre ellos.Mientras tanto, Damián, ajeno a la urgencia, sigue sumido en su dolor y en el whisky. El contrato de divorcio sobre la mesa parece una sentencia. Su mente viaja a los momentos felices con Alice, a las promesas rotas, a las mentiras que los separaron. La imagen de Mariana, el origen de tantos males, se cruza en su mente, avivando su rabia.Miguel, por su parte, conduce a toda velocidad hacia Alpha. La preocupación por Alice lo consume. Sabe que Damián es un hombre orgulloso, pero también sabe que ama a Alice. La idea de que su matrimonio termine de esta manera, por un malentendido, le resulta insoportable.La noche cae sobre la ciudad. Damián sigue bebiendo, ajen
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