—Alice, creo que deberías descansar —Damián se le acercó, disimulando su enojo por las rosas que envió Thomas. Ese hombre está jugando con fuego, lo está provocando y no sabe de lo que Damián es capaz de hacer para no permitir que le quiten a Alice.—Me quedaré aquí —dijo con firmeza.—Alice, entiendo, pero eres mi esposa, vamos a casa.—¡No! —espetó—. Me quedaré con mi madre y mi mejor amigo. No pienso dejar a mi madre sola —lo miró, sabía que él estaba enojado y lo estaba soportando.La señora Cooper quería interferir, pero prefirió no hacerlo, ya que en problemas de pareja es mejor ser distante, mientras que Taylor, al estar cerca de ellos, podía sentir esa tensión. —Bien —respondió Damián entre dientes—. Señora Cooper, ¿me permite, por favor, hablar a solas con usted?La señora Cooper miró a su hija y Alice se puso nerviosa, no sabía de qué podrían hablar. —Por supuesto, señor Anderson, yo también deseo hablar con usted, venga conmigo.—Sí, señora. Miguel, ya sabes lo que debes hac
Leer más