La oscuridad la envolvía, densa, sofocante, como si se hubiera hundido en un mar sin fondo. El calor de la sangre aún quemaba en sus venas, expandiéndose como un incendio imparable. Joseline trató de gritar, pero de su garganta no salió sonido alguno.Entonces aparecieron las voces. Murmullos primero, después rugidos. Voces que no eran suyas, pero que vibraban dentro de ella, exigiendo atención."Defiéndelos.""Protégelos.""Condúcelos."El eco de aquellas órdenes golpeó su mente hasta que, de pronto, abrió los ojos.La sala ceremonial estaba en silencio, los Alfas observándola con expectación. El aire estaba impregnado de un aroma metálico, mezcla de sangre y fuego. Joseline jadeaba, con el pecho subiendo y bajando de forma frenética.El líder de mirada dorada se inclinó hacia ella, evaluándola con sus ojos intensos.—Ya está hecho. El pacto vive en ti.Joseline intentó ponerse de pie, pero sus piernas temblaban. Un cosquilleo recorrió sus manos y, al mirarlas, vio cómo destellos roj
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