El Consejo se reunió en la sala del trono. Afuera, el reino ardía en rumores: unos pedían que Joseline se uniera a un Alfa para estabilizar el poder, otros murmuraban que estaba maldita por el eco del Forjador.Joseline entró con paso firme. Las marcas doradas en su piel brillaban como brasas vivas.—Hablen —ordenó.Un consejero tembloroso se levantó.—El reino necesita certeza. Si no eliges un Alfa, si no aseguras un heredero… los clanes se rebelarán.Joseline avanzó hasta el centro, y el fuego se encendió a su alrededor.—No elegí el fuego, pero es mío. No elegí esta corona, pero ahora es mía. Y tampoco elegiré entre tres hombres que me juran lealtad. No pertenezco a ninguno de ustedes.Los tres Alfas la miraban en silencio: el joven con angustia, el oscuro con deseo, el líder con un respeto feroz.—Soy su Reina —continuó—. No su esposa, no su arma, no su trofeo. Si alguien cree que puede arrancarme el poder… que lo intente.Las antorchas se encendieron de golpe, iluminando los rost
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