La mañana en Grayhaven amaneció con un cielo bajo, grisáceo, como si las nubes estuvieran a punto de rozar los techos. El aire olía a madera húmeda y a pan recién horneado de la pequeña panadería que quedaba frente al hostal. Allyson había dormido poco. La foto y la nota seguían en su bolso, como si pesaran más de lo que realmente eran.Decidió que no podía esperar más. Necesitaba ver a Ethan, medirlo… y encontrar el momento para soltar la pieza que había encontrado. No sería una confrontación abierta; al contrario, quería que pareciera una conversación casual, casi inocente.Lo encontró en la entrada de la biblioteca del pueblo, hablando con un par de voluntarios. Vestía un abrigo largo de lana y bufanda oscura, el cabello revuelto por el viento. Al verla, sonrió de una forma que no logró descifrar del todo, una mezcla de cortesía y algo más… algo que no quería analizar todavía.—Allyson —dijo él, con un tono cálido—. Justo pensaba en ti.—¿Ah, sí? —preguntó ella, arqueando una ceja.
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