Jarek escuchó el llamado, no solo él, todos los hombres lobo, lo escucharon.Era una súplica urgente, un clamor hormonal, una orden. Era ella. Su compañera. Su destino.Y estaba en celo. Lo necesitaba. A él. Solo a él.El rugido que Severon lanzó a los cielos estremeció el bosque entero.Sus soldados lo rodeaban, intentando razonar con él, pero él ya no estaba allí.Su humanidad se diluía, su lobo tomaba el control absoluto.Los lobos a su alrededor también perdieron el control al oler el celo, al escuchar a la loba.Ellos también deseaban encontrarla, era como algo instintivo, irrazonable,Cuando Jarek lo supo, sintió celos y rabia, Severon, su lobo, gruñó como una bestia feroz.—¡Aléjense! —bramó, los ojos inyectados en furia, sus garras brotando a medio transformar—. ¡Quién la toque, muere!Y lo decía en serio.Cualquiera que se acercara a ella estaría muerto antes de emitir un segundo aliento.Ese aullido no era solo una señal. Era una advertencia al mundo.La loba Esla no solo
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