El amanecer apenas despuntaba cuando Isabella llegó al aeropuerto privado donde saldría el jet corporativo de D’Alessio Vanguardia. La ciudad aún bostezaba, sumida en la bruma de una mañana templada, mientras ella avanzaba con paso seguro, aunque por dentro todo se sentía frágil. Las calles estaban vacías, el cielo teñido de tonos azul acero, y el rumor de los motores de taxis y vehículos ejecutivos apenas rozaba sus sentidos.Vestía un abrigo beige claro, entallado en la cintura, que caía con elegancia hasta las rodillas. Bajo el abrigo, una blusa blanca de cuello alto y unos pantalones de corte recto color negro le daban el aire exacto de lo que deseaba proyectar: control, seguridad, profesionalismo. En su mano derecha, tiraba de su maleta de ruedas; en la izquierda sostenía una carpeta con la agenda del viaje y los documentos necesarios para la reunión internacional más importante del año. Había dormido apenas dos horas, pero ni una sola línea de cansancio se reflejaba en su rostro
Leer más