Milán caía lentamente en la noche, como si el cielo supiera que la ciudad no duerme, solo cambia de ritmo. Los edificios de piedra blanca y mármol comenzaban a iluminarse uno por uno, reflejándose en los escaparates de tiendas exclusivas y los autos de lujo que se deslizaban por las avenidas como sombras bien vestidas.
El restaurante seleccionado para la cena estaba ubicado en la planta superior de un histórico edificio restaurado. Se llamaba Rivale, y su interior parecía una mezcla entre una galería de arte y un salón de ópera. Techos altos, lámparas de cristal colgando como constelaciones, paredes recubiertas de terciopelo gris oscuro y detalles dorados que brillaban bajo una luz tenue.
Marcos e Isabella llegaron juntos. Él con un traje oscuro perfectamente entallado y sin corbata, con los primeros dos botones de la camisa blanca abiertos, y ella con un vestido negro elegante, de escote cerrado y espalda descubierta, ceñido a la cintura, sobrio pero magnético. Llevaba el cabello sue