Camila caminaba por el pasillo de la facultad con la cabeza agachada, los pensamientos dispersos entre libros y recuerdos. Llevaba semanas intentando concentrarse, pero todo era inútil. Aquel encuentro fugaz en la calle, cuando lo vio salir de una cafetería con rostro cansado y barba crecida, le removió todo lo que creía haber enterrado. Julián. Su Julián.No lo llamó, no se atrevió. Se escondió tras una columna, sintiendo cómo el corazón se le escapaba del pecho al verlo encender un cigarrillo, mirar al cielo y desaparecer entre la multitud. Había cambiado. Pero seguía siendo él. Y aunque trataba de odiarlo por haberse ido, por haberla dejado rota y en silencio… lo deseaba como el primer día.Leandro la alcanzó en la escalera y le tocó el brazo con suavidad.—Ey, ¿vas a criminal hoy? Podemos repasar juntos si quieres —le ofreció, con una sonrisa ladeada.Desde que Julián desapareció, Leandro había estado allí. Primero como compañero de estudio, luego con cafés al salir de clases, peq
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