Julieta —No... no, Damián —gritaba entre lágrimas mientras lo veía abajo. El día comenzaba a aclararse y ahora podía distinguirlo. ¡Cuánto lo había extrañado! Entrecerré los ojos, forzando la vista para ver su rostro magnífico, esos ojos plateados que desde aquí brillaban. No necesitaba ninguna otra confirmación para saber que era él.No sabía qué había pasado, si él había ido a la ciudad, si sabría de mí, pero estaba segura de que Ronan me sentiría. Escuchaba voces abajo; no entendía exactamente qué decían, pero podía imaginarlo: Ricardo poniendo sus condiciones. Ya las conocía, sabía de sus intenciones, de todo lo que había planeado, de la ventaja que tenía y de sus alianzas. Se había atrevido a tanto... su perversión no tenía límites.—Lila, ¿estás ahí? —dije una última vez, pero había dejado de escucharla desde que salí de esos túneles y caí en sus manos, un par de días atrás.—Llegaste justo a tiempo… Y decían que uno no podía quedarse sentado esperando, y aquí estás, justo a qu
Leer más