Mar se encontraba de pie en la orilla de la Laguna del Plata, completamente desnuda. La noche la cubría con una negrura densa, solo interrumpida por las velas encendidas alrededor de su cuerpo. Doce, exactas. Dispuestas en círculo. Cada una en una copa invertida, con el filo manchado de sangre y sal.El río estaba tranquilo. Falso.El agua parecía espejo, pero bajo su superficie se movía una corriente turbia, viva, tan antigua como las criaturas que Mar deseaba imitar.Se agachó. Tomó un puñado de algas podridas y se las frotó en el pecho, en los brazos, en el vientre. La piel ardía. Olía a muerte húmeda.Después, alzó un cuchillo curvo. Un mango de hueso. Una hoja oxidada.Lo había conseguido por internet, a través de un foro oculto sobre rituales de licantropía. El vendedor había advertido:—No todos los cuerpos aceptan la transformación.Mar no le creyó.Hasta esta noche.🌑 🌊 🐾Selene despertó de golpe. El corazón le martillaba el pecho. La respiración agitada. La garganta seca.
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