255. La Cirugía de la Reina de Agua
El amanecer encontró las ruinas jesuíticas sumidas en un silencio casi sagrado. La manada, nerviosa e inquieta, había formado un perímetro exterior, obedeciendo la última y extraña orden de su Alfa: nadie, bajo ninguna circunstancia, debía acercarse a la capilla principal. Adentro, el único sonido era el crepitar del fuego que habían encendido y el eco de respiraciones contenidas.La seducción había terminado. Ahora comenzaba la cirugía.Elio estaba tumbado sobre un altar de piedra fría, desnudo, su cuerpo siendo una escultura de poder ahora vulnerable. Mar, a su lado, ya no era la amante dominante. Era la cirujana. Sus ojos, antes encendidos por el deseo, ahora estaban concentrados, de un azul profundo y sereno. Se había quitado la ropa, no por erotismo, sino por necesidad. Necesitaba el contacto directo, piel contra piel, para sentir lo que estaba a punto de hacer.—Esto va a doler —dijo, su voz desprovista de emoción. No era una amenaza, era una advertencia clínica.—Solo hacelo —r
Leer más