453. Sombras compartidas.
Narra Dulce.La puerta no estaba cerrada, y eso fue lo primero que me desconcertó, porque Jean-Pierre no es de los que dejan algo librado al azar; cada uno de sus gestos parece coreografiado, cada palabra calculada, cada silencio medido con la precisión de alguien que se ha visto demasiadas veces en un espejo antiguo y ha decidido exactamente qué mostrar y qué ocultar. Sin embargo, aquella noche, la puerta estaba apenas entreabierta, como si invitara a pasar, y antes de siquiera tocarla escuché un sonido que me heló y me encendió al mismo tiempo: primero una respiración entrecortada, irregular, que parecía arrastrar consigo la tensión de un instante prolongado, y luego una risa grave, masculina, que se ahogaba en un gemido sin ningún interés en el pudor.Empujé la puerta con la curiosidad sucia y viva que siempre me ha traído problemas, y entonces lo vi: Jean-Pierre estaba sin camisa, con los tiradores colgando a los costados como si fueran el eco de una amenaza elegante; su piel bril
Ler mais