ZaneEl amanecer se filtraba por los ventanales de la habitación principal, bañando con su luz dorada el rostro dormido de Luna. Zane la observaba en silencio, memorizando cada detalle: la curva de sus pestañas, el ritmo pausado de su respiración, la forma en que su cabello se esparcía sobre la almohada como un manto de medianoche. Algo dentro de él se había transformado desde que ella apareció en su vida, algo que ni siquiera creía posible.Con cuidado para no despertarla, se levantó y caminó hasta el balcón. El territorio que se extendía ante sus ojos era vasto, poderoso, construido con sangre y determinación. Su manada, la más temida de todas, había prosperado bajo su mando implacable. Pero ahora, por primera vez en años, Zane cuestionaba el precio de ese poder.—¿En qué te has convertido? —murmuró para sí mismo, apoyando las manos sobre la barandilla de piedra.El Alfa que todos temían, el lobo que había jurado nunca doblegarse ante la debilidad del amor, ahora se encontraba divid
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