LunaLa noche había caído sobre el territorio de Zane, y Luna contemplaba las estrellas desde el balcón de la habitación que ahora ocupaba en la casa principal. El aire fresco acariciaba su rostro mientras sus pensamientos vagaban entre recuerdos y nuevas sensaciones que no terminaba de comprender.Hacía apenas unas semanas, su mundo se había derrumbado cuando Axel, su supuesto mate, la había rechazado frente a toda la manada. El dolor había sido insoportable, como si le hubieran arrancado una parte de su alma. Pero ahora, en este territorio extraño, bajo la protección del Alfa más temido de todos, algo estaba cambiando en su interior.Luna cerró los ojos y respiró profundamente. El aroma de Zane parecía impregnar cada rincón de aquel lugar, incluso cuando él no estaba presente. Era un olor a bosque después de la lluvia, a tierra húmeda y a algo salvaje que no podía definir, pero que despertaba en ella sensaciones que jamás había experimentado.—¿No puedes dormir? —La voz grave de Zan
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