El beso fue como una tormenta desatada, una furia insaciable que reclamaba cada rincón de su ser.Fue ambicioso, exigente, feroz, como si quisiera arrancarle el aliento, como si el tiempo y el espacio ya no existieran.No importaba que el cuerpo de Ariana temblara por la rabia, ni que su corazón se estuviera rompiendo en pedazos. Sergio no sabía, no sentía el dolor que causaba.Solo deseaba que ella cediera, que volviera a ser suya.Ariana no cerró los ojos.En lugar de rendirse, la imagen de su amor roto la invadió como una ola gigante que arrastraba todo a su paso.«Estos labios besaron a otra mujer, estas manos abrazaron a otro cuerpo, este cuerpo fue de otra, mientras yo lo amaba, prefería a otra, lastimándome sin piedad... Esto es... ¡Asqueroso!», pensó con una furia que casi la consume.Sintió que su piel ardía, pero no de deseo, no de amor... ¡Era furia! Un fuego que la devoraba desde dentro.La rabia creció en ella como un volcán a punto de estallar.Con un grito ahogado, empuj
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