Dime... ¿Tienes una esposa?
Las palabras del poderoso hombre, de alguna manera tranquilizaban a elizabeth, si el los protegía, si los cuidaba, no había que temer, porque algo le decía que esos italianos no eran cualquier familia. — Me alegra saber que quieres defender la vida de mi hijo, por un momento temí que no quisieras que lo tuviera, y que quisieras obligarme a abortarlo. Si tú hubieses hecho algo así, yo... — No lo digas, eso no va a suceder, no soy ese tipo de hombre, pero dime, no sabes nada de mi, un hijo fuera del matrimonio solamente te complicaría la vida, ¿Por qué lo quieres conservar? Yo te puedo dar lo que sea que me pidas para que me des al bebé, riquezas, muchas riquezas, jamás en tu vida tendrías que preocuparte por dinero, lujos, ni nada que quisieras tener, o comprar. — De nuevo me ofreces dinero para que te entregue a mi hijo, ¿Eh? ¿Qué parte no te ha quedado clara de que no voy a aceptar? Nunca voy a aceptar vender un pedacito de mi corazón, y de mi alma, no te conozco, y no estoy
Leer más