Elizabeth no entendía nada, ¿En manos de quién estaba? Ese hombre era capaz de hacerle daño si seguía pidiendo que la dejara ir, ¿Qué podía hacer?
El Alfa echó un vistazo a la comida..
— Debes alimentarte bien por el bien del bebé, siéntate aquí, yo te llevaré las cosas.
— No tengo mucha hambre, creo que mejor voy a recostarme.
— Si no comes por ti misma voy a alimentarte yo, no vas a dejar al bebé sin comer.
— ¿Cómo quieres que coma si me estás encerrando aquí? Ahora mismo me tienes aquí después de decirte que si, que si estaba en cinta, ¿Para eso querías que te lo dijera? hasta cuánto tiempo más vas a seguir con esto, no es nada divertido que me secuestres.
El Alfa se lo advirtió después de sentarla comenzó a darle los alimentos, Elizabeth quería rehusarse pero el hombre no dejaba espacio alguno para réplica.
— Hay cosas de las que tenemos que hablar, mencionaste que tenías un esposo, ¿Entonces estás casada? — Preguntó el lobo casi en un gruñido, la sola idea de imagi