En ese momento la bella platinada ya no era la mujer que estaba defendiendo a su bebé de ese hombre que creía que con dinero podía comprarlo todo, ella ahora era la pediatra, la doctora que había jurado salvar vidas a costa de lo que fuera.
— ¡Oh por dios, un niño está en peligro, debí ir, debo ir a atenderlo de inmediato!
— Tu no te puedes marchar de aquí, ¿Creés que no se que intentarás escapar en la primera oportunidad que tengas?
— ¡Se trata de la vida de un niño, no puedes impedirme que intente salvarlo, no me quedaré aquí de brazos cruzados ante una emergencia! ¡Si tanto te preocupa que escape, entonces acompáñame a verlo!
— ¡Agrrhhh, está bien! Pero cuidado con intentar huir de nuevo, no suelo tener tanta paciencia como quisiera, así que no me sigas provocando.
— ¿Quién demonios te está provocando? — La doctora volvió a hablar en ruso, ella refutaba al Alfa, cosas que él no permitía de nadie, estaba por voltear la hacía el para acercarla y dejárselo claro, pero el