La Viuda que juega a Cazar
Ariadna “Addy” Vega siempre fue la esposa silenciosa y simple, conocida en la alta sociedad como la "florero" del inalcanzable CEO, Ethan Thorne. Su matrimonio, frío y arreglado, la había condenado a la etiqueta de mujer humilde y sin voz, una vida definida por el apellido de su esposo.
Todo cambia la noche en que Ethan sufre un accidente. Él queda en un coma profundo, conectado a un respirador, y Ariadna se enfrenta a su propia muerte social.
El clímax llega en el hospital: El ambicioso hermano de Ethan, junto a la descarada amante, se presenta para ejecutar una jugada legal. La confrontan con un contrato de divorcio póstumo y le exigen abandonar la mansión y el imperio Thorne en 24 horas, etiquetándola como una "carga inútil".
Pero la esposa florero no derrama ni una lágrima.
Con una serenidad gélida, Ariadna desliza un documento diferente sobre la mesa: un antiguo poder notarial y una escritura que la nombra propietaria mayoritaria de un holding clave de la corporación. No solo no se irá, sino que ahora ella decide el destino de Ethan y, más importante, el de su vasto imperio.
“Ustedes me definieron. Ahora, yo decido quién soy”, sentencia.