Mentiras de Memoria: Cuando el Amor Cambia de Cursillo
Desperté después de varios días en coma por una fiebre alta. La cabeza me daba vueltas y la luz de la habitación me resultaba deslumbrante. Lo primero que vi al abrir los ojos fueron dos hombres sentados junto a mi cama.
Uno era mi novio, o… al menos, eso creía.
Intentando aliviar la tensión, solté una broma:
—¿Y ustedes son...?
Ricardo Paredes señaló a su mejor amigo con una expresión complicada.
—¿No te acuerdas? Tu novio estaba desesperado... y, bueno, como buen amigo, no podía dejarlo solo esperando.
Me quedé helada. Pero Joaquín dio un paso al frente, con una sonrisa tranquila:
—Claro, soy yo tu novio, Joaquín Ríos.