Casada con el capo que me destruyó
En la víspera de mi boda, dos hombres me agredieron con saña. En un desenfrenado impulso por defenderme, acabé matando a uno y dejando malherido al otro. Alejandro Moreno, mi prometido de entonces, quien debía protegerme, me abandonó a mi suerte durante el juicio.
Fui condenada a dos años de prisión.
Cuando, por fin, recuperé mi libertad, descubrí que mi exprometido ya se había casado con Isabella Nieves, mi mejor amiga. Ella no solo se quedó con mi hombre, sino que también ocupó el puesto que me correspondía como médica.
Sin un lugar adónde ir y en el momento más oscuro de mi vida, Érico Garrido apareció en mi puerta.
Como el capo mafioso más poderoso de Novalandia, usó toda su influencia para silenciar a cualquiera que se atreviera a hablar de mi pasado.
Luego, me pidió matrimonio. Me confesó que siempre había sentido algo por mí.
Yo, ingenua, creí haber encontrado a mi caballero de brillante armadura, a mi verdadero y único amor.
Los primeros cuatro años de nuestro matrimonio me parecieron perfectos o eso creí. Hasta que, por casualidad, escuché una conversación entre Érico y su hombre de confianza, Adán Soto.
—Jefe, qué astuto fuiste al ordenar que esos desgraciados acosaran a Eliana Mendoza. Si no fuera por eso, la señorita Isabella jamás habría tenido la oportunidad de casarse con Alejandro —dijo Adán.
La voz burlona de Érico le respondió:
—Solo quería asustarla un poco. Jamás imaginé que llegaría a matar a uno… y que terminaría en la cárcel.
—Pero la señorita Isabella ya está casada —preguntó Adán, confundido—. ¿Por qué sigues manteniendo a esa puta ahora que salió de prisión?
Érico hizo una pausa antes de responder:
—Porque quiero asegurarme de que no vuelva con Alejandro… Y que no le cause problemas a Isabella.
La risa que siguió me desgarró el corazón en mil pedazos.
Todos esos bellos recuerdos de Érico rescatándome de la humillación eran una farsa. Él había sido el autor de mi desgracia, todo para que Isabella pudiera tener su