Anastasia, tras perder su trabajo infravalorado en un museo, decide tomar todos sus ahorros e ir a Europa con sus amigas para superar el dolor de una traición amorosa y el fracaso de haber perdido su empleo. Después de una noche de excesos, despierta con un anillo de diamantes y descubre que se ha casado con un desconocido. Sin embargo, la sorpresa alcanza su punto máximo cuando se entera de que ese desconocido es el futuro rey de Gales. Ahora, se enfrentará a una nueva realidad, pero convertida en la futura reina de un país que desconoce. ¿Qué hará Anastasia para enfrentar ese cambio drástico en su vida?
Leer másNew York
—Lo sentimos, pero sus servicios en el museo han terminado a partir de hoy.—¿Qué? ¿Pero por qué? —exclamó Anastasia, sumamente preocupada.—Ya no requerimos de sus servicios, cómo se le ha dicho anteriormente, cambiaremos de personal de guía —le dijo el supervisor del edificio.—Eso no es una explicación razonable, deben darme un motivo claro. No pueden reemplazarme así nomás.—No podemos ayudarla en nada. Nos haría el favor de abandonar el edificio ya.Ella quiso seguir preguntando pero los guardias de seguridad la echaron.Se encontraba muy molesta pero a la vez confundida.«¿Por qué sucedió eso?»Anastasia le había dedicado mucho tiempo a su trabajo, nunca tuvieron quejas de ella, ningún reporte o problema alguno, y sin embargo, la estaban echando sin darle una buena explicación.El abrupto final de tres años de dedicación en ese museo no significaba nada para ellos. Sus esfuerzos y su pasión por el arte fueron desechados con frialdad en unos minutos.La despedida fue silente, pero la derrota gritaba en cada rincón de su mente, que todo eso era injusto.Al regresar a su apartamento, el peso de eso posaba sobre sus hombros.«¡Ya no tengo trabajo!» se repetía.La soledad de su espacio se mezclaba con la soledad que ahora habitaba en su corazón.Al dejar la bolsa con sus pertenencias laborales en la mesa, un sonido repentino resonó en el entorno.Se dio cuenta de que se trataba del móvil de su novio.Tomó el aparato en sus manos, la pantalla indicaba una llamada entrante.Podría ser él buscando su teléfono, ya que no recordaba dónde lo había dejado.El número no estaba guardado, decía "desconocido", así que deslizó el dedo para responder.Antes de que dijera algo, una voz melosa se oyó del otro lado: —Bebé, ¿a qué hora vendrás a verme? Estoy desnuda y ansiosa por ti.El corazón de Anastasia latió con fuerza al escuchar esas palabras, incluso dejó de oír esa voz.No creía lo que había oído, inclusive se había quedado congelada por lo ocurrido.En eso el sonido del timbre llamando a la puerta hizo que saliera de su trance.Se tragó el nudo que se había formado en su garganta y caminó hasta la entrada para abrir.De nuevo se congeló, esta vez por la persona que estaba viendo delante suyo.—Hola, hermosa, —saludó su novio, entró al apartamento pasando por su lado. —Olvide algo ayer cuando estuve aquí.Ingresó en la habitación como siempre, buscó por todas partes, sala, cocina y después en el comedor, pero no logró encontrar lo que extravió.—¿Estás buscando esto?El hombre miró hacia atrás y vio el móvil en la mano de su novia y suspiró aliviado.—Sí, eso es, realmente aterrizó aquí —dijo mientras se acercaba a ella, iba a darle un beso, pero ella retrocedió dos pasos. —¿Qué sucede? —inquirió confundido.Ella no dijo nada y presionó en la pantalla para regresar la llamada al número desconocido y después colocó el altavoz.Justo en ese momento, la voz de la mujer en el teléfono volvió a sonar, —Bebé, ¿estás ahí? ¿Por qué no hablas? Te llamé hace un momento, estoy esperándote.—No, bebé… tu amante ahora está ocupado… —le dijo con un tono fuerte y directo a esa mujer sin pensar.—¿Quién eres, te conozco?… —respondió la mujer de la llamada. —Carlos, ¿de quién es esa voz, estás con otra mujer?Anastasia presionó de nuevo la pantalla para cortar la llamada, y había pasado del dolor al enojo.—Así que bebé —pronunció con un tono cargado de ironía, burlándose en la cara de su novio.—No es así cómo lo piensas —alzo sus manos en rendición, tratando de calmar la situación, pero estaba muy lejos de conseguirlo. —Anastasia, hermosa… Yo no quise...Intentó acercarse a ella de nuevo, pero ella lo evadió por completo.—¡No me toques, gusano infiel!—Deja que te explique.—¡No quiero saber nada! ¡Así que no te acerques! —Le señaló con el dedo. Se dirigió a la puerta y le indicó para que saliera de allí. —¡Largo de mi casa!—¿En serio, Anastasia?, ¿no me vas a escuchar?—¡He dicho que te largues! —gritó más alto, sin importarle que los vecinos la oyeran. —¡Te quiero fuera de mi casa ahora mismo! ¡Y también de mi vida!—No puedes echarme así nomás, tenemos que hablar —le dijo, pero camino hasta la puerta. —Te daré tu espacio y después regresaré, ya que estés más tranquila.Se paró fuera de la puerta, casi al ras de ella.—¡No me interesan tus explicaciones, ni hoy ni nunca. Así que ni se te ocurra volver a pararte aquí! —Le lanzó el teléfono, el cual él logró esquivar justo a tiempo, pasó volando por a lado de su cabeza, y se estrelló contra la pared, haciéndose añicos. —¡Hasta nunca maldito infiel! —Por último, azotó la puerta en su cara.Aunque lo había echado de su vida, las palabras de esa mujer seguían impregnadas en su mente, como un recordatorio desagradable.Su novio, su refugio, la persona con la que supuestamente se sintió segura y con la que pensaba formar una familia a futuro, le fue infiel.El dolor, intenso y punzante, la envolvió.Sus manos temblaban mientras contenía las lágrimas en sus ojos, y su mente luchaba por procesar la traición que se desplegaba delante de ella.En tan solo un día perdió su trabajo y a su pareja…Se tumbó en la cama, sintiendo el peso del día sobre sus hombros y el vacío en su pecho.La noche avanzaba, el hambre se había desvanecido con la decepción y la desolación, no le apetecía comer ni hacer nada.“Mañana será otro día”, se repetía en un intento por aferrarse a algo.Cerró los ojos, pero el sueño se resistía a acogerla en su abrazo reparador.Las sombras de su realidad todavía la perseguían incluso en los sueños.Al día siguiente…Cuando sonó el despertador, se levantó rápidamente para vestirse, pero recordó que ya no era necesario madrugar y salir apresurada de casa.Encendió la televisión y se sentó en el sofá.En ese momento, se estaba reproduciendo un anuncio.Europa…Quizás debería irse al otro lado del mundo y olvidar todo esto. Tal vez era una locura ese pensamiento suyo, pero estaba dispuesta a olvidar esa parte de su vida, tenía unos ahorros así que eso no iba a hacer problema para ella.Sin mucha vacilación, marcó el número de teléfono de su amiga y esperó ansiosamente…Una hora después, en la sala de Anastasia aparecieron dos mujeres, sus mejores amigas.—¡Dios! ¡Maldito hombre!, —soltó su amiga Mara. —No te deprimas más por ese desgraciado, olvídate de él. Nosotras te ayudaremos a que lo superes pronto.—Estoy de acuerdo con eso. — puntualizo Lisa, la otra amiga. —Además, eso de viajar a Europa suena muy buena la idea —exclamó, entusiasmada—. Conseguirás despejarte, conociendo nuevos lugares, nuevas personas, y quién sabe, ¡quizás encuentres a alguien más interesante que el idiota de tu exnovio!—¿En serio creen que debería hacerlo? —preguntó Anastasia, mirando a sus amigas en busca de orientación o algo que le dijeran de seguir con su vida cómo hasta ahora o si era mejor buscarse un empleo nuevo. —No sé, chicas, no estoy muy segura, todavía sigo pensándolo.—¡Claro que es buena idea! —dijo Mara, apoyando a Lisa—. Un cambio de ambiente y de personas podría ser justo lo que necesitas para superar todo esto..—Y quién sabe, tal vez encuentres a alguien especial, como un príncipe encantador que te haga olvidar a ese patán infiel. —Lisa insinuó con una de esas sonrisas que solo Anastasia conocía muy bien. —No estaría mal conquistar el corazón de uno.Eso sí era algo descabellado para Anastasia, ¿un príncipe? Como si esos hallarán en cada esquina de Europa, ella no pensaba que eso podía pasar así de fácil, por supuesto que no, y menos le podía pasar a ella.La conversación con Mara y Lisa se había intensificado, y Anastasia, mientras hablaba de sus miedos y decepciones, comenzó a recoger sus pocas pertenencias. Las palabras de sus amigas eran reconfortantes, pero no podían apagar la sensación de vacío y traición que latía en su pecho. Sabía que quedarse en el palacio era seguir bajo la sombra de la incertidumbre. Desde hacía tiempo había notado que las miradas de algunos empleados, antes llenas de respeto, ahora parecían juzgarla en silencio.Lisa, con un semblante decidido, la observaba en silencio. Sin embargo, Mara, visiblemente preocupada, intentó detenerla.—Anastasia, por favor, piénsalo mejor. No puedes marcharte así, sin hablar con él, sin aclarar lo que realmente está pasando. Tal vez todo esto sea un malentendido, tal vez solo necesitas darle tiempo. —Su voz era suave, tratando de hacerle entrar en razón.Anastasia se detuvo, con la mano en la puerta de su armario, mirando la única prenda sencilla que consideraba propia: un v
Rhys observó en silencio cómo el consejo se retiraba lentamente de la habitación, dejando tras de sí una atmósfera cargada de tensión y traición. No había esperado esta sorpresiva declaración ni que la guardia en la que había depositado su confianza estuviera detrás de semejante acusación.Cuando los consejeros salieron, su mirada se dirigió a Gisal, quien permanecía en silencio, fingiendo compasión con una expresión de serena satisfacción. Rhys sabía que aquello era una fachada; Gisal estaba disfrutando la escena, deleitándose en su tormento.Aquella noche fue larga y amarga para Rhys. En la soledad de su habitación, sus pensamientos revoloteaban entre el dolor y la frustración. Había actuado precipitadamente al acercarse a Gisal en busca de respuestas, y ahora esa decisión le estaba costando caro. Sabía que no podía permitir que Anastasia pagara las consecuencias de este embrollo, pero, ¿cómo podría protegerla cuando todos parecían estar en su contra?Al amanecer, la noticia recorr
En la habitación del PríncipeRhys estaba sentado en la pequeña sala de su habitación, tamborileando con los dedos en su pierna mientras esperaba al médico. Su mente no dejaba de correr, buscando una solución a la encrucijada en la que se encontraba. Finalmente, el médico entró, una figura alta y delgada con una expresión de preocupación.—¿Me mandó llamar, mi príncipe? —preguntó el médico.—Sí, necesito que hagas un examen médico a la princesa Gisal —dijo Rhys, su voz firme—. Necesitamos pruebas concluyentes sobre ciertas acusaciones.El médico asintió, entendiendo la gravedad de la situación.—Haré lo que me pida, mi príncipe, solo dígame que tipo de examen será y cuando desea que proceda.—Inmediatamente —respondió Rhys—. Esto no puede esperar. Pero lo más importante, te pediré absoluta discreción. Esto no puede salir de estas paredes, ¿entendido?El médico asintió y antes de salir de allí, el príncipe le informo sobre el examen que le tendrá que realizar a la princesa. Rhys sabía
Rhys se marchó sin decir una palabra más. Su figura se desvaneció en el pasillo, dejando tras de sí una estela de tensión y promesas no cumplidas. Gisal y Jeston permanecieron en la habitación, contemplando el desastre que habían creado y sintiendo la urgencia de idear un nuevo plan.—No podemos dejar esto así —dijo Gisal, su voz temblorosa—. Nos estamos quedando sin opciones, Jeston. Si Rhys consigue esas pruebas, estamos perdidos.Jeston y Gisal habían urdido un plan tan bien ejecutado que cualquier defensa parecería una excusa débil. Sin embargo, aun así sentían que su plan por el que habían trabajado durante un tiempo, peligrara y todo terminará acabado para los hermanos.—Si tú no quieres hacerte un estudio, él no puede obligarte —respondió Jeston, frunciendo el ceño mientras se paseaba de un lado a otro—. Pero sí necesitamos algo más contundente. Algo que lo deje sin ninguna posibilidad de defenderse. Tenemos que ser más astutos.Gisal se mordió el labio, pensando rápidamente. L
Gisal vaciló un instante. Jeston, sin embargo, mantuvo su posición, aunque era evidente que la mención de pruebas tangibles había sembrado una duda en su mente, pues tenían miedo de que Rhys cumpliera su amenaza y quedara como una loca mentirosa.—Ahora si recuerdas a tu esposa —soltó una risa amarga Gisal. —Cuando estuviste conmigo, ni pensaste en ella, solo éramos tú y yo.—¡Suficiente! —grito el príncipe, tomándose el pelo con ambas manos y dando pasos cortos en círculos en su espacio. Volvió su mirada a su prima. —Deja de mentir, tú y yo no tuvimos nada, díselo a tu hermano —señaló furioso.El príncipe se detuvo abruptamente, respirando con dificultad mientras la ira lo consumía. Su mirada atravesaba a Gisal, quien mantenía su expresión de falsa vulnerabilidad. Jeston observaba la escena con una mezcla de triunfo y cautela, consciente de que su plan podría desmoronarse en cualquier momento si Rhys lograba presentar pruebas contundentes.—Rhys, por favor —dijo Gisal, con un tono qu
El silencio en la habitación era ensordecedor, cargado de tensión y expectativas. Rhys sabía que cualquier cosa que dijera podía empeorar la situación, pero quedarse callado no era una opción. Tenía que encontrar una manera de explicar los hechos sin parecer culpable de algo que no había hecho.—No es lo que piensas —empezó Rhys, tratando de mantener la calma—. Gisal y yo tuvimos una conversación intensa, sí, pero nunca crucé ninguna línea. Ella está… confundida y lastimada, pero no paso nada entre nosotros.Esas palabras eran más para él, quería grabárselo. Gisal, aún envuelta en su toalla, observaba con una mirada de enojo. Comenzó a llorar, soltando lágrimas tras lágrimas como diluvio, pero no dijo nada, solo quería que su hermano actuara en su defensa, así que todo era un teatro. Jeston la miró brevemente, y su entrecejo se marcó más definido, su enojo se volvió más palpable.—¿Confundida? —repitió Jeston con incredulidad—. ¿Y cómo me explicas el estado en que se encuentra ahora G
Último capítulo