De Novia Abandonada a Madrina de la Mafia
La noche antes de nuestra boda número diecisiete, mi esposo mafioso me juró que esta vez nada la arruinaría.
—Te lo prometo, Victoria —lo dijo con tanta seriedad—. Ya hablé con Chiara: mañana, pase lo que pase, tendrá que arreglárselas sola.
Yo tenía cinco meses de embarazo.
Tres años en compañía de Lorenzo, cinco meses esperando un hijo... y ni una sola boda celebrada.
Las dieciséis anteriores siempre habían terminado en nada.
¿La causa? Su hermana jurada, Chiara.
La primera vez dijo que tenía fiebre. Ni siquiera alcancé a ponerme el vestido: corrimos al hospital y resultó ser un simple resfrío.
La segunda vez juró que le dolía el pecho.
Lorenzo salió corriendo y me dejó plantada... cuando en realidad estaba de lo más tranquila tomando la tarde con sus amigas.
La tercera aseguró que le aterraban los truenos. Él me abandonó en pleno altar para ir a consolarla, y yo me quedé sola frente a todos los invitados.
Pero esta vez era distinto.
Tres días antes había llegado una carta del norte de Italia: mi padre, el viejo padrino de la familia Vitale, me mandaba una invitación personal para volver a casa.
Y yo ya lo tenía claro: si Lorenzo volvía a dejarme por Chiara en esta boda número diecisiete, entonces desaparecería para siempre.