LA RECHAZADA LUNA Y SU ALFA
—Deja de fingir, Tanya, sabes que nunca podrás tenerlo —dijo Alita sin rastro de culpa—. No puedes obligar a nadie a salir contigo solo porque ya casi no tienes edad para emparejarte y Luna no se acuerda de ti —añadió—. ¡Me has traicionado! —grité, llena de una mezcla de tristeza y dolor. Miré a Ronan, esperando que dijera algo que me consuela. Podría decir que solo fue una aventura, y lo perdonaría. Ambos habíamos esperado mucho tiempo. Entendía si no podía esperar más—. Dime que tú también lo sientes —le pregunté con dulzura, rezando en silencio para que no me rompiera el corazón—. ¡No siento nada! ¡Fuera! —gritó, y al instante, sus guardias irrumpieron y me sacaron de su habitación.